(Interrumpe) Nunca fui parte de este gobierno, nunca fui ministra.

-Corregimos eso entonces. ¿Puede ser que existan dos etapas bien marcadas en este gobierno, la primera donde Lugo intenta generar equilibrio dentro de lo que el mismo denomino “gabinete multi-ideológico” y la segunda, la actual, donde se ha vuelto más pragmático apoyándose en las áreas que mejores resultados han obtenido, léase Hacienda y Obras Públicas?

Si, también se apoyo en el área de salud hasta este problema del dengue.

-¿Qué análisis hace entonces?

En algo coincidimos la mayoría de los analistas: Paraguay tuvo dos alternancias anteriores, una fue la del 4 (1904) donde se pasa de gobiernos colorados a gobiernos liberales, que no fue una revolución, y la otra, que fue el fin de los gobiernos militares y el comienzo de los gobiernos colorados militares en el 47. Los dos tienen guerra civil en el medio, lo que supone muertos, emigrados, torturados, etc. En esas dos alternancias el promedio de presidentes por año era menor a uno. Eso no sucedió ahora. Algo increíble en la historia paraguaya. Hoy cada uno se pone su camiseta dice lo que tiene para decir. Pero ni siquiera es un debate grande, sistémico, violento. No se enfrentan ideas.

-¿Pero no será precisamente porque Lugo no tomó esas decisiones necesarias para equilibrar esta sociedad y todo siguió estructuralmente más o menos igual, es decir, la elite de la que hablábamos antes no vieron en Lugo un peligro y decidieron dejarlo gobernar?

No, lo que hizo el sector empresarial de la derecha es una reacción preventiva muy violenta. En términos de moral familiar sería como tratarle a tu hija de puta porque quiere salir de noche, es decir, la tratás así para que salga pero no vuelva tarde.

Eso se hizo con Lugo. Se dijo que era la revolución bolivariana, que era la dictadura del proletariado y cuanta estupidez se les pasó por la cabeza. Y eso, en una sociedad cuyo anti comunismo no se limpió nunca, fue tremendamente efectivo. Eso influyó antes que Lugo se moviera, aunque a lo mejor Lugo no tenía ganas de moverse mucho. Fue una campaña preventiva muy exitosa.

-¿Pero no se recostó Lugo en un principio más en su costado social digamos?

Yo no vi eso. Me parece fue más campaña de la derecha que una posición real del gobierno. La derecha lo transformó en un cuco.

-¿Usted lo vio siempre en el centro entonces?

Sí.

-¿Y hoy no lo ve más cerca de Borda y Alegre que de Llano por ejemplo?

Eso es natural. Es el gobierno que está funcionando.

-¿Y esta cuestión de la reelección como la ve?

No sirve para nada. Es una discusión al santo botón. Nunca va a pasar. No sé a quién se le ocurrió, es una tontería. Un acosa es que lo haga “Lula”, pero otra que lo intente Lugo.

-Y sacando a Lugo ¿piensa que sería saludable que existiese la posibilidad de reelección?

El debate en legislaciones mundiales es si son cuatro años reelegibles o cinco o seis no reelegibles. Paraguay ya está en el límite. Y de alguna manera una de las pocas maravillas de la transición paraguaya es que vos ves que el gobierno no anda y pensás “bueno, pero ya se va” (risas).

El principio de la república es la temporalidad de la delegación de soberanía. Vos le delegas cinco años el poder a esa persona y después se va, porque no es ni emperador ni príncipe.

Y Paraguay tiene su constitución como estado independiente por régimen monárquico. Francia está de por vida, López está de por vida y le nombra heredero a su hijo como el príncipe. Stroessner cayó porque estaba nombrando a su hijo como heredero de vuelta.

Esta la fantasía esa de que somos monarquía. Hay que implantar república y república es cinco años y te vas.

-¿Qué rol juega la prensa en la construcción del discurso público en el país?

La prensa es mercancía. Yo no compro diarios hace años. No importa lo que debería ser, sino lo que son .Luego del triunfo de Mitterrand, Le Monde, harto de la derecha, se convirtió en un diario “mitterranista” y sus ventas cayeron estrepitosamente. El hacer prensa oficial no es negocio. La pregunta en el Paraguay es porqué no hay empresarios que fabriquen una mercancía mejor. Porque no hay, respondo yo.