Tiene 26 años. Nació y creció en la fabulosa Niteroi (Rio de Janeiro). A los 15, su talento en el baile la trajo hasta Posadas “Vine con un grupo de baile, me enamoré y me quedé” dice la morocha que además de modelar y bailar, coordina viajes estudiantiles (“Bariló, bariló”).
“Me instale, empecé la facultad (Licenciatura en Turismo) y me convertí en una misionera más” dice.
“Soy sencilla, frontal, y peco de poco sutil. Muy amiga de mis amigos, y terrible como enemiga” confiesa.
-¿En que rol te sentís más cómoda?
Bailarina -responde sin dudar.
“Siento que el baile me libera, soy libre cuando bailo, me abstraigo de la realidad y lo disfruto. Bailar para mi es tocar el cielo con los pies”.
Pero su pasión no solo es el baile.
“Amo el futbol, si no fuese por los moretones que después se notan cuando bailo, jugaría todos los días”
-¿Como es tu relación con Brasil?
Distante, tengo mi mamá viviendo acá, mi vida acá, mis amigos, soy más argentina que brasilera, aunque por ahí me agarra la saudade.
Marissa tiene un objetivo claro: recibirse e irse a Ushuaia. Trabajar un tiempo y después se dedicarse a viajar.
-¿Algún lugar en especial?
Marruecos, soy una apasionada de lo exótico.
Nosotros también, por eso ella nos gustó tano.
