Por El Detective Salvaje
En ‘Carteslandia’ no hay guerrilla ni narcos que controlan un parte el país desde la cárcel. No hay secuestrados ni pobreza. No hay presos políticos y la justicia es independiente. No hay empresarios que se convierten en presidentes para acrecentar su fortuna y controlar a jueces y fiscales, no hay contrabando y existe un régimen tributario justo que favorece a todos. No hay trabajo infantil ni exiliados. Nadie amenaza a los periodistas ni usa sus medios para atacar a los opositores.
Los políticos no claudican por prebendas y los principios están siempre por encima de sus intereses.
Los países del resto del planeta admiran ‘Carteslandia’ porque en ‘Carteslandia’ el derrame económico llega a todos. Por eso no hay pobres en ‘Carteslandia’. Los políticos son respetados y los empresarios muy queridos por los trabajadores que tienen derecho a reclamar sin que nadie los critique. Los niños de ‘Carteslandia’ son felices porque pueden estudiar al aire libre o viendo el cielo ya que las escuelas de ‘Carteslandia’ no tiene techo.
El presidente de ‘Cartelsandia’ era un hombre rico que decidió devolverle a su país todo lo que le dió y cuando llegó al poder en vez de usarlo para enriquecerse más comenzó a repartir su riqueza, no compró hoteles ni acciones de petroleras, ni aviones ni canales de televisión. Tampoco diarios o periodistas.
En ‘Carteslandia’ no hay rencores por eso todo se perdona. Y esos que fueron enemigos entierran el hacha y se abrazan en público por el bien de los habitantes de ‘Carteslandia’, por supuesto.
Pero hay gente mala en ‘Carteslandia’ que no quiere que su presidente siga haciendo felices a sus habitantes. Y por eso el dueño (¡perdón!) el presidente, le pide a la justicia que detenga a esa gente mala que no quiere que ‘Carteslandia’ siga siendo lo que es; un país ¡maravilloso!