El movimiento que nació para devolverle la esperanza a la gente y se convirtió en partido tras la victoria de Lugo en 2008, hoy defiende y apoya un régimen decadente que la gran mayoría del mundo considera una dictadura.

Los mismos que en su momento (y con justa razón) pidieron la intervención de los países vecinos y organismos multilaterales para evitar la destitución de su líder, hoy piden respeto por la soberanía y la autodeterminación “del pueblo venezolano”

Para el luguismo “no existe razón alguna que justifique la intromisión en los asuntos internos de ningún Estado en el mundo” y hacen un llamado a enfrentar cualquier bloqueo político y económico que se intente desplegar en la región.

Lo curioso es que sean los mismos que en su momento aplaudieron el retiro de embajadores del Paraguay quienes hoy cuestionen la ruptura de relaciones diplomáticas y critiquen lo que denominan “estrategia de aislamiento” a Venezuela.

Exceptuando lo de “injerencia extranjera de carácter imperialista” (frase que lleva el sello inconfundible de uno de los “intelectuales” más “prominentes” del luguismo) usan los mismos argumentos que utilizaron aquellos que destituyeron a Lugo en 2012.

Recapitulemos; en 2012 y tras una masacre que Lugo pudo y nunca quiso investigar, se produjo un quiebre del orden democrático en Paraguay.

Tras un juicio político exprés (para utilizar los mismos términos que utilizamos en esta web en ese momento) los gobiernos de América Latina decidieron romper relaciones diplomáticas con Paraguay. El Frente Guasu solicitó ayuda extranjera y aplaudió el posterior aislamiento al que fue sometido el gobierno de Federico Franco.

El jueves 21 de junio de 2012, nueve cancilleres de UNASUR que se encontraban participando de la cumbre ambientalista Río+20 en Brasil, volaron de inmediato al Paraguay. ¿La consigna? Asegurar “el pleno respeto al orden democrático”.

Esa misma noche recorrieron Asunción tratando de convencer a los líderes del proceso destituyente de no seguir adelante con el juicio e incluso instaron a Federico a no asumir la presidencia. No tuvieron suerte.

Lugo fue apartado del poder y los países de UNASUR aislaron al Paraguay no sin antes aclarar que la medida no era contra el pueblo sino contra el proceso de destitución y el nuevo presidente, lo mismo que esos mismos países dicen hoy sobre sus sanciones a Venezuela.

Aunque alguno de sus miembros empiezan a tomar distancia de lo que sucede en el país caribeño (este martes, Hugo Richer dijo que no se puede hablar de “democracia plena”) como partido siguen considerando a Venezuela una democracia y a Maduro una víctima.

Como Donald Trump y la derecha alternativa, el FG crea su propia narrativa, justifica lo injustificable, defiende lo indefendible y culpa a los medios y los poderes fácticos de todas sus desgracias. Al final, los extremos siempre se parecen.