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Panorama Político Nacional

Mario Abdo y una semana agridulce

Mario Abdo (Dibujo: NOVA).

Por José Maria Quevedo

Mario Abdo y el Gobierno tuvieron un prometedor inicio de semana con el histórico fallo a favor del Estado Paraguayo emitido el martes por la Corte IDH en el caso Arrom-Martí, pero el intento de evitar la segura expulsión de Dionisio Amarilla dejó al presidente y los suyos con un sabor amargo en la boca.

Con la salida de Amarilla, el Gobierno pierde a su activo más valioso y encara la segunda parte del año sin su principal operador en el Congreso. Abdo contaba con él para lograr que se apruebe la tan cuestionada Reforma Tributaria y no tenerlo al momento de tratar el proyecto puede ocasionarle un importante dolor de cabeza.

El asunto puso también en duda el promocionado “caiga quien caiga” del presidente que pidió públicamente analizar mejor el caso y votar en consecuencia.

Convengamos que Dionisio tampoco contribuyó mucho e hizo todo lo necesario y más para que lo echen. Una vez publicados los artículos que lo comprometían amenazó con querellar, primero al periodista que lo denunció, Juanki Lezcano y luego a una de las profesionales más respetada del Paraguay, Mabel Rehnfeld, declarándole así la guerra al diariocon mayor tirada y poder del país, ABC Color. Encima, lo hizo desde la prepotencia y la soberbia que siempre lo ha caracterizado, propia de aquellos que se sienten intocables y hace mucho se desconectaron del mundo real, ese en el que habitan los que promovieron y apoyaron su expulsión.

La personalidad de Amarilla quedó retratada a la hora de su maratónica defensa. Fueron 6 horas de insoportable ridículo transmitido en vivo por TV Cámara y los canales de noticias. Memorable papelón que quedará en la memoria colectiva y que debería ser usado por los publicistas y asesores políticos para explicarle a sus clientes lo que la ciudadanía no quiere ni espera de ellos.

Con su interminable alocución, Amarilla también generó abundante material para los internautas que no tardaron en inundar la red de “memes" que incluso sirvieron para que los parlamentarios mataran el aburrimiento mientras el enjuiciado hablaba y hablaba y hablaba…

Siguiendo la estrategia trazada por Amarilla, el llanismo trató de “apretar” a los patriaqueridistas (e impulsores de la perdida de investidura) denunciando a Patrick Kemper por un supuesto tráfico de influencias. La intentona fracasó y la nota fue retirada diez minutos después de ser presentada.

Fue Blas Llano (PLRA) quien primero puso la cara por su “socio” partidario invocando el Art. 130 del reglamento interno que dice que “Ningún asunto podrá ser tratado sin dictamen de Comisión, salvo resolución en contrario, adoptada por dos tercios de votos y exceptuando de esta disposición los proyectos a que se refieren el artículo 122 de este Reglamento”. En base a este artículo el legislador solicitó otorgar un plazo a su colega para que el mismo pueda juntar pruebas del caso.

El segundo fue el titular del IPS durante el gobierno de Federico Franco, Fernando Silva Facetti, quien opinó que "en base a una grabación, que no la tenemos completa, vamos a enviarle a su casa a un Senador que fue electo con más de cien mil votos. Es demasiado poco lo que nos pide, nos está pidiendo 8 días. No corresponde sacarle la investidura a Dionisio Amarilla”.

Por el oficialismo tomó la palabra Enrique Bacchetta: “Por más que tengamos predeterminados nuestros votos, el derecho a la defensa es constitucional; ahora un Senador no tiene derecho a la defensa, démosle el derecho a la defensa al compañero y démosle los 8 días” dijo el líder de Añeteté en la Cámara Alta.

Otro que pidió por Amarilla fue “Beto” Ovelar, que bajó a su curul para para defender a Amarilla: “Quiero estar con mi conciencia tranquila, por eso asumo esta posición; no me parece claro, no me dicen que Dionisio cometió tráfico de influencia, mi posición es antipática y antipopular, pero voy a dormir tranquilo con mi conciencia”, dijo el presidente del Congreso.

Poco pudieron hacer por su amigo que terminó expulsado como anticipamos que sucedería en esta misma columna hace cinco días.

Lo reemplazará Eusebio Ramón Ayala, un liberal que irradia sobriedad y parece la contracara de Amarilla pero que muchos aseguran tampoco da "puntada sin hilo".

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