Opinión
EPP

Historia de perros

El culebrón gubernamental-mediático tiene un nuevo protagonista.

Por José Antonio Vera

Un oficial militar muerto y otro gravemente herido, es el saldo preliminar de otro operativo del despliegue masivo que vienen realizando las fuerzas conjuntas de la Policía y el Ejército en el centro-norte de Paraguay, en aplicación de un plan estratégico contra el terrorismo y el narcotráfico, cuyo diseño lleva la firma indeleble de expertos de Estados Unidos, Israel y Colombia, en el marco de una vieja y renovada colaboración.

“La culpa es de un perro montés que alertó a los criminales”, declaró horondamente Francisco de Vargas, quien fungió de Fiscal, encargado de combatir el mercado ilegal de estupefacientes, en estrecha vinculación con la DEA norteamericana, hasta el 15 de agosto pasado, cuando fue designado Ministro del Interior por el Presidente Horacio Cartes.

Aparte de tal exabrupto, hay unanimidad en las opiniones recogidas en las calles, por periodistas de los diferentes medios, en reconocer que se trata de un nuevo fracaso de la política del Estado para terminar con el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), una nebulosa guerrillera, convertida en principal protagonista de un culebrón gubernamental-mediático que lleva años, sin que oficialmente se haya demostrado la existencia de tal organización.

En todo caso, lo evidente es que la permanente utilización de esa sigla para justificar cualquier acto de violencia contra agentes del orden o hacendados que operan en los departamentos donde el narcotráfico es más activo, termina siendo funcional a los intereses políticos de la derecha y a los de las roscas mafiosas del agro-negocio y de la narco política, omnipresentes en la actividad económica y comercial del país, condicionada por los poderes de facto.

El servicio de información del Ministerio puntualizó que la operación, efectuada en la madrugada del domingo, en Arroyito, Departamento de Concepción, fue desbaratada “por un presunto perro montés, supuestamente adiestrado por esa organización, para dar el alerta” que, a juicio del titular de esa cartera, “nos hizo perder el factor sorpresa”.

En un esfuerzo por remontar la baja moral de la tropa, de Vargas afirmó que “los resultados negativos no pueden desanimarnos”, reconociendo las “falencias y errores”, aunque sin la menor autocrítica, pues los mismos forman montaña en su carrera, dado que durante su labor anterior, también con rango ministerial, ningún hecho suyo tomó formato de victoria contra el narcotráfico, salvo la detención de mulas y otros operadores marginales, que han aumentado gravemente el hacinamiento carcelario.

Vecindades carnales registra el negocio de los estupefacientes en el mapa nacional, con coincidencias relevantes con el intenso contrabando de mercaderías a gran escala y con la actividad agro-ganadera en los grandes latifundios, casi todos equipados con pistas clandestinas para los aterrizajes aéreos, diurnos y nocturnos.

Desde hace unos ocho años, el fantasma del EPP continúa siendo el argumento predilecto de los gobiernos para intentar justificar la represión de las organizaciones campesinas y los movimientos sociales que manifiestan su hartazgo ante las políticas hambreadoras, y claman por una redistribución en la tenencia de la tierra, para terminar con la situación miserable que padecen unas 200 mil familias de labriegos, de un millón que, en la última década, han sido forzados a emigrar hacia las ciudades por la fuerte presión económica y de amedrentamiento de las corporaciones sojeras, con su venenosa fumigación y sus ejércitos de mercenarios que recurren al asesinato selectivo de dirigentes populares.

Consecuencia de la situación de país sometido, en especial desde 1940, a los dictados de Estados Unidos y sus fieles organismos transnacionales, con todo lo que ello significa en alienación cultural y en menosprecio de las propias capacidades individuales y colectivas, este país de larga historia de autoritarismo, de nuevo está sumergido en la indefinición de las fuerzas progresistas que, paradojalmente, alimentan a los enemigos del pueblo, por más ambivalencia y miopía que muestre la derecha política.

En sus primeros 100 días de gobierno, el improvisado Cartes ve facilitada su labor por la ausencia de una propuesta concreta de los sectores que podrían constituir una oposición nacional, pero comete el error político de mantenerse silencioso ante la represión de la movilización ciudadana que va en aumento, incluyendo la de grupos empresariales nacionales, temerosos frente a la invasión de inversionistas extranjeros, convocados por el mandatario.

Graves contradicciones caracterizan el desempeño del Presidente. Primero, estuvo a favor del ingreso de Venezuela al MERCOSUR, luego viró y ahora de nuevo es partidario, junto con el grueso de la bancada del Partico Colorado, que tiene este mes para aprobarlo, y con el 80 por ciento de los miembros de la Unión Industrial y la Federación de la Producción y el Comercio.

Inconducta similar ha tenido Cartes respecto al reclamo ciudadano de gravar la exportación de soja, maíz, girasol y arroz, con lo cual estuvo de acuerdo al principio y ahora no, así como con el subsidio, que negó y ahora mantiene, a las empresas del transporte de pasajeros, cuyo penoso servicio es financiado en buena parte por el Estado, que de nuevo autoriza el aumento del precio de los billetes para el mes próximo, sin ninguna contrapartida como debe ser la mejora en la higiene de los buses, las relaciones del personal con los usuarios y la comodidad en su interior.

Hay indicios claros de que Cartes baila en varias pistas, algunas más resbaladizas que otras, procurando sofocar las primeras chispas de rebeldía popular que, por ahora, se está manifestando en el repudio de la corrupción estatal pero que, fundamentalmente expresa una voluntad de cambios políticos, económicos y culturales que bien podría culminar en la vertebración orgánica progresista que tanto necesita el país.

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