Si tenemos en cuenta la definición de nepotismo (Preferencia que tienen funcionarios públicos a dar empleos a familiares y amigos, sin importarle el mérito para ocupar el cargo sino su lealtad o alianza) no existe ningún tipo de dudas que, el de Cartes, es un gobierno netamente despótico.
Revisemos; previo acuerdo con el llanismo, propuso a su secretario privado como embajador en Alemania; su hermana y socia en el grupo empresarial familiar, Sara, lo acompaña en sus viajes oficiales sin que nadie haya explicado hasta ahora por qué o para qué; sus gerentes se desempeñan como asesores ad honorem y participan de las reuniones de Gabinete; los recomendados de su mano derecha, Juan Carlos López Moreira, tienen ventaja sobre el resto a la hora de acceder a los cargos públicos (como ejemplo podemos mencionar a la secretaria de la Senavitat, Soledad Núñez, elegida por sobre los candidatos propuestos por Lilian Samaniego y Juan Afara).
Por si esto fuera poco, Cartes obligó a los senadores colorados a votar por su amigo y aliado político Blas Llano como presidente del Congreso.
Previamente, había intentado nombrar a otro socio suyo, Alfredo “Goli” Stroessner, como embajador ante la ONU.
La amiga Leila
Gracias a su estrecha amistad con la hermana del presidente, la polémica exministra Leila Rachid consiguió un puesto como consejera en Itaipú que le permite embolsar cada mes la para nada despreciable suma de 85 millones de guaraníes.
Y todo esto sin tener en cuenta que Horacio Cartes y su socio en el Congreso, Blas Llano, impulsan actualmente el juicio político contra tres miembros de la Corte Suprema con el objetivo de colocar en los lugares vacantes a personas afines que les permitan manejar la justicia y tener el control absoluto del país.
Hay que agregar que Cartes, suele terminar la jornada compartiendo impresiones con sus amigos Oscar Vicente Scavone e Ico Giménez, mentores de su candidatura.
