NOVA Salud
Causante de angustia

La cefalea tensional: una de nuestras más comunes formas de sentir dolor

Tanto las cefaleas crónicas como las recidivantes pueden provocar dolor y angustia, pero es infrecuente que reflejen un problema grave de salud.

Tanto las cefaleas crónicas como las recidivantes pueden provocar dolor y angustia, pero es infrecuente que reflejen un problema grave de salud.

¿Te duele la cabeza como si una banda te la apretara de sien a sien? ¿Como si el dolor fuera un casco que te oprime? ¿Sientes hormigueos en el cuero cabelludo? ¿Te duele el cuello e incluso la zona que comprende la clavícula y la escápula? ¿Estás teniendo problemas de sueño y molestias oculares? Pues sentimos decirlo, pero estos son los típicos síntomas de la cefalea tensional, “el subtipo más frecuente dentro de las cefaleas primarias, es decir de aquellos tipos de dolor de cabeza en los que el dolor constituye el núcleo del cuadro clínico y no un síntoma de otra entidad nosológica”, nos cuenta el doctor Arias Gómez, neurólogo y miembro de Top Doctors.

El también miembro de Top Doctors y neurólogo, Hari Bhatal Guede afirma que la cefalea tensional afecta al 70 y 80 por ciento de la población en algún momento de su vida. “Casi todo el mundo lo ha experimentado, y se relaciona con episodios de cansancio, sobrecarga y estrés emocional”. Según el doctor Arribas, esta patología puede presentarse a cualquier edad, se da por igual en hombres y mujeres, no empeora con el ejercicio, no va acompañada de fono y fotobia (molestan los ruidos o la luz) y permite trabajar. En edades más avanzadas puede venir acompañada de mareos. Además, existe una susceptibilidad genética a padecerla.

¿Qué motiva la cefalea tensional?

La cefalea tensional aparece cuando se produce una contracción desmedida y prolongada en el tiempo de los músculos pericraneales, que a la larga sensibilizan las vías periféricas y centrales del dolor.

¿Y qué provoca esta contracción? “El estrés personal, profesional y social, las alteraciones y la privación de sueño, el exceso de trabajo, las posturas mantenidas (la permanencia durante horas ante el ordenador), un ambiente laboral ruidoso y deficientemente iluminado. Además de trastornos emocionales como los síndromes ansiosos y depresivos más o menos larvados, sin olvidarnos del acoso y del bullying”, enumera Arias Gómez.

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