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El análisis de Adrián Mora

Lino O: el hombre que capturó a Stroessner y pudo haber cambiado la historia política del Paraguay (ll)

Lino Oviedo, el fenómeno político que marcó la década del 90 en Paraguay.

Que pudo ser presidente, nadie lo duda. Que la historia del Paraguay hubiese sido otra (para bien o para mal), tampoco. A ocho años del ¿accidente? aéreo que terminó con su vida y más de 30 de su irrupción en la escena política, Luis Aguero Wagner y Adrian Mora analizan para NOVA el fenómeno Lino Oviedo, desde las razones que lo volvieron tan popular hasta las fuerzas que conspiraron para que no llegara al Palacio de López. Hoy es el turno de Adrián Mora, un analista político con experiencia de militancia en Argentina y Paraguay, empresario e industrial muy calificado en cultura política regional, autor de varios libros sobre la realidad política y social paraguaya.

-¿Por qué Lino O generaba tanto apoyo y en qué sectores de la sociedad tenía más simpatizantes?

-Esta es la pregunta fundamental del fenómeno Oviedo, por eso con ella me permito comenzar a responder. Con la apertura democrática de 1989 (donde Oviedo jugó un rol destacado), lógicamente despertó un interés y expectativas sobre un cambio profundo por parte de la ciudadanía, percibiéndose (como era comprensible) la panacea de todos los padecimientos que venía sufriendo la inmensa mayoría de la población. Luego, devendrían las irremediables desilusiones características de un sistema que no provee soluciones de continuidad, y menos a los sectores más necesitados. De ahí se comprende el fenómeno Oviedo, y las connotaciones “mesiánicas” que erróneamente se le atribuye. No son per se características suyas, sino la proyección sociológica que las capas más necesitadas buscan percibir en un (en este caso) líder, para la solución definitiva de sus males.

-¿Llegó el oviedismo a ser casi una religión?

-Luego, y en esto quizás hubo complicidad de parte del caudillo, viéndose con la posibilidad de recoger seguidores alzado en ese pedestal, sólo hizo uso de ello como estrategia acumulativa y de respaldo. Pero esto no es otra cosa que el uso de marketing llevado a la política. Es decir, si un producto o empresa es percibido equivocadamente de una forma, y siendo que de esto puede sacar provecho, no hará otra cosa que hacer uso de esa percepción. Jamás dirá: “no somos (o nuestro producto es) tal cosa, sino que apenas somos (hacemos o representamos) esto otro”. De esa percepción podía sacar rédito político, y como todo líder con instinto político (hoy llamado “animal político”, u otrora también “político de raza”), no hizo otra cosa que moverse en sentido de dar utilidad a una situación en que se veía expuesto, y por tanto, sacar provecho político.

Pero (y si bien esto no está en el cuestionario, pero considero oportuno ahondar), tiene su causalidad en el desgaste tanto democrático, como las diversas coyunturas que el proceso político paraguayo fue teniendo. Así, existen en la civilidad una franja al menos que mira de reojo el modelo bipartidista (incluso al interior de dichas organizaciones), lo cual siempre devino en alternativas antibipartidistas o (al menos) relativamente rupturistas con dicho esquema. Hagamos un rápido racconto:

Así, con la inauguración de la denominada “transición”, la primera elección abierta fue la de intendentes y en Asunción surgió una agrupación de militantes universitarios antiestronistas que llegaron a conseguir el manejo de la ciudad capital (Carlos Filizzola con Asunción Para Todos), cuya base eran los sectores estudiantiles universitarios. Errores de acumulación una cúpula cerrada (aunque no errores de gestión) hicieron diluir el empuje inicial. Para las constituyentes se encaró CPT (Consitución Para Todos) y consiguió un tercer relevante lugar, apenas con el impulso diluido de la anterior formación y una convocatoria más amplia (pero también anárquica). Esto haría acabar a que proceso, pues algo tan estratégico como una constituyente sin una visión medianamente afín (apenas un rejunte), diluirían las remanentes expectativas que pudo haber profesado dicha oferta electoral. Ese sector juvenil desilusionado jamás se repuso, y no volvió a ser protagonista.

A esa franja que percibe con desconfianza el sistema político, le continuó Encuentro Nacional, que a diferencia del anterior movimiento concitó la atención de la clase media profesional que cuestionaba el modelo evidentemente insatisfactorio, cuya propuesta fue una opción política laxa (casi un movimiento frentista, o frente movimentista) sin definición ideológica (corrían los años de “el fin de la historia”). Fue un empresario con raigambre socialdemócrata el que financió este proceso (Guillermo Caballero Vargas) imponiendo un staff de politólogos y “tecnócratas” que buscó capitalizar esa posibilidad. Su timorata participación, su indefinición social (e incluso ideológica) y sobre todo el haber sido derrotado en las elecciones, dio por tierra esta aventura, y con ello el paso de toda esa militancia de la clase media, que jamás volvió a ir unificada con ninguna nueva propuesta política.

Es aquí cuando surge Oviedo como alternativa, como actor offsider de la política. Un general, que había participado en el “golpe de estado” (asonada) que derrocó a Stroessner, y que se había enfrentado a Wasmosy (empresario que alquiló -virtualmente- el Partido Colorado para hacerse con la presidencia, y sindicado como uno un los “barónes de Itaipú”), que a partir de ahí (y todavía dentro de la ANR) hizo una campaña subterránea, consitantdo en las clases populares la expectativa que redima a dichos sectores. Es así, con esta bases de objetividad política como se entiende el proceso que encabezó Oviedo, no como es comúnmente caricaturizado (no él en particular, sino la sociedad las “masas”, la que es presentada como una manada estupidizada a la cual el primer inmoral manipulador la domina y manipula a gusto y placer. Esta percepción demuestra más el desprecio que el “observador” tiene del pueblo, que las presuntas veleidades y megalomanías de los líderes “analizados” (es decir supuestamente “psicoanalizados”).

-¿Quiénes y por qué hicieron lo imposible para que Lino O no llegara a la presidencia?

-En concreto, el establishment vernáculo, es decir los intereses políticos, partidarios y estatales son quienes se enfrentaron a Oviedo que podrían correr riesgo con su éxito. Aquí corresponde una indispensable aclaración. “El general”, en su momento, perteneció y mamó de ese núcleo privilegiado asociado al modelo económico-político. No se dice, por tanto, que fue su intención inicial la transformación el basamento en que estaba erigido la institucionalidad paraguaya. No. Lo que sucedió es que una vez defenestrado de su lugar de privilegio, la única manera de regresar y hacerse con el poder era una mediana destrucción y reconstrucción de la misma, de acuerdo a sus posibilidades y necesidades políticas. Un ejemplo espejo para entender el lugar que estaba ocupando Oviedo en ese entonces, es el de Perón antes y después de los 50.

Luego, siendo que dicho establishment tiene como fundamental representatividad partidaria la cúpula del coloradismo, primero los enfrentó para hacerse con el gobierno partidario, para desde allí catapultarse al sillón presidencial. Y lo consiguió, incluso con el total ninguneo de los medios y frente a todo el aparato colo’o, y así consiguió ganar las internas. Pero esa cúpula continuaba manejando los hilos del poder estatal (a través del Poder Judicial) legado del estronato y la trilogía partido-estado-fuerzas armadas. Se lo imputó y condenó sobre una acto ya juzgado (en toda esta trama de manipulaciones de uno y otro lado, de lo cual también Oviedo fue en su momento victimario), y así quedó imposibilitado a llegar a la “Casa de López”. Se maquinaría una dupla antagónica (donde adversarios acérrimos compartían la chapa presidenciable) y así se dirigían a retener la presidencia. Es decir, la inicial y encarnizada disputa de la dupla Oviedo-Cubas (UNACE) contra el binomio Argaña-Duarte Frutos (dicho sea de paso, el argañismo estaba repleto de estronistas caídos en desgracia), luego de ganar impensadamente la primera (y tras la indisposición dispuesta por la “justicia” de “Lino O’”), quedaría conformada por Raúl Cubas (anterior precandidato a vicepresidente y después dispuesto como candidato a presidente) y Luis María Argaña (inicialmente precandidato presidencial para después ser el candidato vicepresidencial). Esta situación demuestra que en ningún momento hubo un sector “institucionalista”, o democrático, o antifascista (como demagógicamente se propagandizó para justificar tropelías), sino que permanentemente se trató de manipulaciones institucionales, más campañas mediáticas, para justificar contubernios y coartar la voluntad popular como valor y factor fundamental para dirimir contradicciones políticas.

Incapacitado Oviedo por los factores de poder (de hecho, desde la embajada norteamericana años antes habían referido que LCO no poseía “credencial democrática”¿?, palabras más, palabras menos), se usó la consigna “tu voto vale doble” la versión guaraní de “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, pero con otras prioridades. Si en Argentina el justicialismo requería la legalización y vuelta de “el Pocho”, en Paraguay el oviedismo precisaba la liberación de su líder, preso por el supuesto intento de golpe a Wasmosy. Esta tuvo receptividad dado que la realidad demostró que Lino Oviedo concitaba ilusiones en la población, siendo que se conseguiría una victoria aplastante con 54% de votos contra 43% de la Alianza Democrática, sobre un 80% de participación. La confianza en el sistema y la convicción de que el “voto popular” sí podía decidir era realmente alta. Nuevamente, el mandato, la “promesa” electoral de la candidatura colorada era clarísima, la victoria de la “Lista 1” implicaba, además de salir victorioso, también la liberación de Oviedo, es lo que implicaba “tu voto vale doble”. Sin embargo, una vez con la lapicera y honrando dicho compromiso, todos los medios acusaron que había un manejo “antidemocrático”¿?, por haber permitido la libertad del caudillo de UNACE.

El gobierno de Cubas Grau (otro “barón de Itaipú”), duró apenas siete meses, ya que sobrevendría el “asesinato” (o muerte) del vicepresidente (quien en tiempos de la tiranía fuera Presidente de la Corte Suprema del régimen), luego el “marzo paraguayo”, el “juicio político” (de características asombrosamente similares al “golpe parlamentario” contra Lugo, pero eso es para analizarlo en otro trabajo), la persecución de los oviedistas (con denuncias de hasta torturas de por medio), la huida de Oviedo (primero a Argentina y luego a Brasil), la revitalización del estronismo (recién allí vendría la perturbadora y falaz consigna neoestroniana: “1954-1989, era feliz y no lo sabía”, hasta hoy muy popular en los sectores recalcitrantes), y, por supuesto, otra burla a la voluntad popular (lo que es también materia de otro análisis).

-¿Por qué el oviedismo no pudo sobrevivir a Oviedo?

-Recién con la caída de Cubas Grau Oviedo entendería que su vigencia y hegemonía, era inversamente proporcional a la solidez de un sistema alternate bipartidista, por lo que funda su propio partido. Oviedo así se consolidaba como un offsider, un fenómeno transversal, con seguidores en todos los sectores, colorados, liberales, independientes, incluso del insignificante progresismo. Sin embargo, y para ir cayendo a por qué no continuó el oviedismo (y una vez más paralelizando al fenómeno peronista) nunca pudo actuar desde el poder, y por tanto, no tiene obras y conquistas que mostrar. A lo sumo resultó en una mera “promesa”, acaso una posibilidad que jamás se llevó a la práctica, por lo, además de no poder juzgar materialmente, tampoco pudo consolidar un movimiento que defienda un legado concreto. El oviedismo, entendido así, son meras palabras, promesas y la imagen de un líder, lo que es imposible que cuaje en un movimiento con continuidad histórica. El peronista sigue siendo, no por lo que haya dicho Perón o Evita, o por el talante del líder, sino por las conquistas conseguidas en ese periodo histórico, siendo dicho líder el ícono personificado de esas luchas y esos logros.

-¿Qué hubiese cambiado en Paraguay si Oviedo lograba ser presidente?

-¿Qué hubiese hubiese cambiado? En principio sería contrafáctico, pero indefectiblemente, cuando un sistema se ve derrotado por alguien o algún proceso que se le enfrenta, necesariamente este impondrá nuevas pautas, en especial en esos estamentos que más combatieron contra suyo. Y estas hubiesen sido buenas noticias. El sistema judicial quedó intacto luego de la noche estroniana, y este fue uno de los pilares (de hecho representó la “punta de lanza” en la proscripción del caudillo) que entraron en contradicción con Oviedo y el oviedismo. Hubiera significado una renovación de las cúpulas e incluso del sistema de elección de los jueces y ministros de la Corte, o incluso un nuevo marco institucional para su desenvolvimiento. Algo similar podría decirse de su relación con la prensa, ya que necesariamente se hubiese enfrentado, y la correlación de medios sociedad hubiera sido muy distinta. Corresponde recordar que la prensa paraguaya vergonzosamente justificó el “golpe parlamentario” de 2012 casi al únivoco y sin sonrojarse, y hasta hoy jamás realizo siquiera un atisbo de autocrítica, lo que nos demuestra la calaña de medios con que cuenta el país.

Pero esto no es todo. Con la derrota de la cúpula colorada, hubiera también significado una renovación casi total de ese partido, y el entierro definitivo del estronismo, como factor referencial. Muy probablemente hubiese significado la consolidación de la ANR por muchos años en el gobierno. Sin embargo, no sería nada diferente de lo que luego sucedería. De las siete elecciones presidenciales habidas desde la apertura democrática, en seis ganó “Lista 1”, y la única que ganó otra coalición, concluyó en un “golpe parlamentario”. Es más tras aquella victoria con Oviedo proscripto, vinieron tres más de los colorados, las últimas dos consecutivas.

En cuanto a los planes de gobierno, si bien no tenía un proyecto claro de país, sí tenía (ya por fuera del Partido Colorado) propuestas que dejarían huellas, como grandes obras de infraestructura, una mayor explotación de la región chaqueña (prácticamente dejada bastante de lado en la esencia de lo que es el aparato productivo paraguayo, o por lo menos un rol absolutamente secundario), sin olvidar una propuesta emblema que era el traslado de la capital a Chaco’i muy cerca de Asunción, pero en la región Occidental del país. No sabemos si lo hubiese hecho, pero fue parte de su plataforma electoral. Si en cambio, lo dicho en los anteriores párrafos es objetivamente indispensable (y que sin dudas se deberían llevar a cabo, de otro modo significaría la caída del oviedismo). Es decir, la reforma de la justicia (sin dudas con mucho de hacerlo a medida, aunque la corrupción actual de ese poder no da para horrorizarse de lo perturbador que hubiese sido), la limpieza del partido colorado de caudillos históricos, y su enfrentamiento con la prensa.

-¿Su muerte fue producto de un accidente o un atentado?

-Es imposible aseverar por una u otra respuesta. Es como querer dar una sentencia sobre el asesinato del vicepresidente Argaña (lo que hasta hoy se discute si ya estaba muerto o si fue asesinado), o (para poner un ejemplo más universal) el asesinato de JFK (si lo hicieron los factores de poder para facilitar la “guerra de Vietnam”, o fue la mafia, o un simple, aislado, “loco”). Es inadecuado e inútil dar una contestación tajante sin ser temerario. Sí se puede indicar que uno de los beneficiados son su deceso fue el candidato del partido colorado, ya que ambos disputaban la misma demanda electoral, y éste corría riesgo de que le reste votos. Existen otros hechos que indicarían en tal sentido, pero, otra vez, sería muy aventurado que por ciertas pruebas circunstanciales (en principio) se concluya que tal o cual es el responsable de ese crimen (si es que hubiera uno y fuera un crimen).

-¿Tres características que hacían de Lino O un líder único?

-Más que indicar características suyas supuestamente “irrepetibles”, las cuales son casi siempre asiduos en los líderes. En general suelen tener, como característica, los fundamentales virtudes y defectos de las masas a las cuales representa. Así, si un grupo humano tiene por características (digamos) ser trabajadores, frontales, pero machistas y mujeriegos, un caudillo (en general) tendrá la mayoría de estas características, digamos tres de esas cuatro (por eso dicho grupo ve reflejado y se siente representado) en aquel líder (lo mismo si se tratase de una mujer). Por eso sería más oportuno significar lo que se le endilgaba y no era, en especial eso de lo que se le acusaba: Lino César Oviedo era un fascista¡!.

El desconocimiento, en especial para oportunistamente valorar a partir de intereses non sanctos, es ruin, es en eso lo que cayó la prensa como formadores de opinión. Se parte que el fascismo es un fenómeno cuya fundamental característica fue la de romper el sistema democrático y imponer como pautas de relacionamiento premisas supremasistas y prejuiciosas fanáticas. Ergo, todo aquel que posea estas características (o se le endilguen las mismas) es fascista. Por tanto, Oviedo era fascista¿?

Sin embargo la razón de ser del fascismo proviene de otra realidad, de momentos de crisis terminales del sistema capitalista y cuando hay grupos revolucionarios con capacidad de llegar al poder. Así, tanto en Italia, como en Alemania (e incluso en España), el fascismo se dio como respuesta al ascenso de sectores revolucionarios anticapitalistas, que ponían en dudas la continuidad del sistema económico social. Así surgirían en principio grupos pequeñoburgueses rompehuelgas, que luego (y ante la quiebra de los partidos democráticos de la derecha, es decir conservadores y liberales), y ante la posibilidad de un triunfo revolucionario, la gran burguesía decide apoyar a aquellos partidos antidemocráticos que darán una batalla frontal a las organizaciones populares hasta aplastarlos (eso fueron los “camisas negras” italianos, los “camisas pardas” de las SA alemanas, etc.). Luego, una vez derrotada la amenaza antiburguesa, el gran capital cede el gobierno y gestión antes esa burocracia recalcitrante pero antiprogresista, haciendo un pacto de que este nuevo sistema le permita hacer sus negocios, aún en medio de una dictadura fascista (pero anticomunista). Incluso, esa gran burguesía (en la Alemania nazi, Lufthansa, Daimler Benz, Siemens, Porsche, Hugo Boss, Hoechst, o mismo la Coca-Cola, etc.) hicieron uso de esas “facilidades”, algunos incluso aprovecharon la “mano de obra esclava” que les posibilitó ingentes ganancias.

Si contrastamos esto con el fenómeno Oviedo, no vemos ni ascenso de los sectores revolucionarios, ni desgaste terminal de los partidos de derecha, ni grupos de rompehuelgas, ni peligro de caída del sistema capitalista, ni nada que se le parezca. No hay necesidad de que la oligarquía y la burguesía local cedan el poder ante esta nueva burocracia. Y esta no se presenta como tal. Sí tiene contradicciones, pero apenas frente a otro grupo burocrático. No se requiere de los servicios fascistas. No hay posibilidad de que algo así surja. Por tanto, es una torpeza mediocre calificar a un Oviedo, lo mismo que un Perón en su momento, un Cnel. Franco en Paraguay en 1936. Es caracterización es propia de ignorantes que, al desconocer lo que realmente representa el fenómeno fascista, califica lo primero que sea poco democrático como tal. Es más, como si quienes se enfrentaron a Oviedo fueran mejores que éste y paladines de la democracia.

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