Pero después de dos semanas ingresada, la protagonista de Chicas malas no ha podido más y ha intentado escaparse del centro para acudir al hospital Eisenhower y hacerse con una lata de Coca-Cola de una de las máquinas dispensadoras de refrescos.

Según informan fuentes de Radar Online, el intento de fuga resultó finalmente fallido, y tanto Lindsay como su cómplice -otro paciente- tuvieron que abandonar la misión. Y es que cuando estaban a punto de conseguir su objetivo, la ropa de su acompañante se enganchó en la verja y tuvieron que pedir ayuda a un trabajador de la clínica.

Éste se encontraba "cruzando los terrenos de la clínica en un carrito de golf" y se encargó de recogerlas y conducirlas de nuevo al interior de las instalaciones. "La pareja fue devuelta sana y salva, y sin cafeína, a su planta, donde tuvieron que asistir a una reunión para evaluar lo que habían hecho", concluye esta fuente.