La esperanza para que Colombia no se convierta en una narcodictadura castro-chavista fue arrojada por el inodoro. Millones de colombianos eligieron convertir a una de las últimas democracias firmes y combativas de Sudamérica en una cloaca infesta de narcotraficantes y maleantes de todo tipo. La victoria del comunista Gustavo Petro sobre el liberal Rodolfo Hernández se traduce en la victoria del Foro de Sao Paulo, de Nicolás Maduro y de las FARC. Una nación pujante, que ahora estará aliada con los peores dictadores del mundo.

El ex-guerrillero de Gustavo Petro plantea un cambio radical del modelo económico, basado en un impulso de la producción agropecuaria previa reforma agraria, lo que traerá consigo desabastecimiento de productos alimenticios, y por ende, el aumento de la hambruna y pobreza extrema en el país. A este nefasto plan le acompañan intervenciones demagógicas y muy negativas para todos los colombianos, tales como suba de impuestos a los ricos, detener la exploración petrolera o proteger la industria.