“Disfrute de tu amistad, compartimos nuestros hijos, pero ahora quiero hacerte una pregunta y tu respuesta tiene que ser si o no: ¿seguís perteneciendo a Honor Colorado? ¿Si o no? Insistió Cartes visiblemente ofuscado.

Cale comenzó a ensayar una respuesta “soy libre de responder como quiera”, pero Cartes lo interrumpió para recordarle que era él quien estaba en uso de la palabra y que la respuesta debía ser “sí o no”.

Calé entonces respondió que sí, aunque sentía que lo estaban “empujando hacía el dintel de la puerta” (de salida, entendemos).

“Entonces mi querido Cale-dijo Cartes ya de manera enérgica- te informo que Honor Colorado tiene un candidato, ¡Ever Rivas!” y agregó “Si no estás de acuerdo entonces me estás discutiendo otra cosa. Y no soy un mal agradecido” le increpó ya fuera de sí, mientras Javier Zacarías Irún le pedía a la presidenta del partido que pusiera orden y no permitiera este enfrentamiento, y los seguidores de uno y otro comenzaban a alterarse.

Calé tuvo tiempo para disparar su última diatriba: “Quiero la unidad del partido a pesar del caprichito” dijo, tratando de fortalecer la idea de que su candidatura surgió de los convencionales y la de Ever Rivas por imposición de Cartes.

Calé hace su jugada

La intervención de Cartes fue una respuesta a la alocución de Calé y su apoyo a la moción Segovia de buscar un candidato de consenso.

Luego de que este convencional hiciera dicha propuesta, Calé tomó el micrófono y empezó su show.

Llamó al mencionado convencional, que entre sorprendido y nervioso se acercó al senador, y dirigiéndose a él, e intentando darle todo el protagonismo a los convencionales, afirmó. “Calé será una anecdotita en al historia grande del Partido Colorado”.

Mientras desplegaba su poderosa retórica tanto en español como en guaraní, y llegaba a arrancarle una sonrisa hasta al propio Zacarías Irún, el rostro de Cartes se mantenía imperturbable.

Fue entonces cuando Calé hizo su jugada: propuso secundar la propuesta del convencional Segovia, llamar a un cuarto intermedio, intentar que los líderes acordaran un nuevo candidato y de esta manera no someterse a la votación que le aseguraba el triunfo al candidato cartista.

Logro lo primero, pero no lo segundo y lo tercero.

Cada vez más lejos

Cartes interpretó la decisión de Calé de no retirar su postulación a presidir la Convención como un abierto desafío a su liderazgo, y entendió que la intervención previa de uno de sus mentores lo obligaba a hacer uso de la palabra y dejar claro quien manda en HC.

En una decisión tan firme como arriesgada, Cartes decidió tomar “el toro por las astas” y enfrentar a Galaverna delante de todos los Convencionales. El seguro triunfo de Rivas y la firmeza con que encaró la situación parecen haber fortalecido definitivamente su liderazgo.

Sin embargo, lo que si es seguro es que las diferencias entre el precandidato a la presidencia y el senador, lejos de zanjarse son ahora aún mayores.