Opinión
Recuperan biblioteca de Augusto Roa Bastos

Al rescate de nuestra riqueza cultural: la columna de Rafaela Guanes de Laíno

Rafaela Guanes de Laino, precandidata a senadora 2023.

Un lote de 150 libros de Augusto Roa Bastos iban “rumbo al fuego”. Fueron rescatados y devueltos a su familia 50 años después de perdidos. Pero no todas las bibliotecas particulares de compatriotas, corrieron la misma suerte. Varias ya no existen, consumidas por el tiempo y las exigencias de la vida. Alejandro Audivert fue un abogado y político liberal que formó una biblioteca de 3.000 volúmenes y documentos de mucho valor. Fue muerto en su estancia de Yabebyry y sus libros quedaron en su casa de Areguá donde residía su viuda. De a poco, como se había formado, dejó de existir y hoy nada queda de ella. José Segundo Decoud, político fundador del Partido Colorado falleció en 1909, dejando como único bien valioso una biblioteca que ya no existe. Cecilio Baez, brillante abogado y político liberal tenía en sus estantes unos 3.000 volúmenes. Falleció en 1941 y su biblioteca fue trasladada a su casa de Aregua, donde fue pasto de insectos y de la dureza de la vida cotidiana.

Estas tres Bibliotecas formadas con el sacrificio y la dedicación de sus ilustres dueños, desaparecieron atacadas por los papirófagos y por la dificultad en darles el cuidado que demandan. Es duro saber este final del esfuerzo de quienes, olvidados de sí mismos y carentes de toda ambición monetaria, dedicaban su vida a engrandecer la política, la historia y la cultura del Paraguay.

Hasta hoy se escucha de originales de valiosos documentos y volúmenes que han ido a parar al exterior, sin que siquiera quedara una copia en nuestro país.

Estas pérdidas causadas por el abandono interpelan nuestra conciencia. No puede seguir sucediendo.

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