Cómics e historietas
Leyenda viva de la historieta latinoamericana

Kike Olmedo, primer dibujante paraguayo de "Dago"

Kike Olmedo, ilustrador e historietista. Aquí, presentando un 'Joker' y una portada de 'Dago'.
La magia en el tablero: Kike laburando una página de 'Dago', y la página terminada.
Olmedo homenajea a tres próceres paraguayos: Robin Wood, el Dr. Francia y Augusto Roa Bastos.
Boceto de Kike para la tapa del libro de Édgar Omar Avilés, recientemente presentado en México.
Olmedo homenajea a 'Nippur' y se luce con una portada zombie para Italia.

Por Ariel Avilez (*), especial para NOVA

Resistiendo los embates del coronavirus desde el 11 de marzo, cuando el gobierno de Paraguay decretó la cuarentena, los trabajadores del arte continúan con su silenciosa labor desde sus casas y estudios. Kike Olmedo es uno de ellos. El dibujante nacido en Asunción en el año 1964, además de ilustrador e historietista es docente, y mientras se va adaptando a las nuevas tecnologías para dar clases en forma virtual, se hace un tiempito para responder las preguntas que le hicimos llegar. El hombre es el primer paraguayo en dibujar “Dago” para Italia, pero es también uno de los referentes más importantes de la nueva historieta guaraní ¡No podía faltar en esta sección

- ¿Recuerda cuándo y cómo surgió su interés por el dibujo?

- En realidad no lo sé... pero tengo una anécdota muy simpática: nadie en mi casa -yo tampoco- sabía de mi facilidad para el dibujo, nunca había tenido la oportunidad de desarrollarla, siempre jugaba con otras cosas, nada relacionado con el dibujo. Hasta que estando en la escuela, llega un día la profesora con unas hojas y unos crayones, pone todo sobre la mesa, y nos pide que hagamos un dibujo en relación a la bandera -creo que era el Día de la Bandera-. Y entonces yo me pongo a dibujar. Me llamó mucho la atención el mástil de mi escuela, así que lo dibujé con la bandera y todo, y abajo dibujé una vaca comiendo pasto o no sé qué (risas). Entonces la profesora hizo una nota que me dio para llamar a mi vieja. Al otro día va a la escuela y le dice a mi madre: "Mire, señora, su hijo tiene sangre de artista, tiene pasta para ser dibujante"; y mi mamá se sorprendió. Pero desde aquel momento ella procuró conseguirme materiales para que yo en casa pudiera seguir desarrollando esa parte de mí. Ahí fue cuando empezó mi interés hacia el dibujo.

- ¿Qué historietas leía de pibe?

- En la época de la dictadura -tuvimos una muy larga dictadura (1954 / 1989)- no llegaba mucho material de afuera; se conseguían las revistas mexicanas de Editorial Novaro: "Tom & Jerry", "La Pequeña Lulú", "Archie", "El Llanero Solitario", "Tarzán"; todas esas series que vos habrás de conocer. Y también estaban las ediciones dominicales que se publicaban en los diarios de acá: "Olaf el Vikingo", "Príncipe Valiente"... Hacia el final de la dictadura, se abrieron en Asunción algunas librerías un poco más especializadas; y recuerdo muy bien que fue durante mi primer o segundo laburo, cuando ya tenía un sueldito, un poco de guita para mí, que entré a una de esas librerías, una que se especializaba en traer cosas de Europa, y vi algo que me sorprendió: la revista "Metal Hurlant", donde dibujaban Enki Bilal, Moebius, todos esos; y ahí me volví loco, ahí se afianzó más mi gusto por la historieta cuando vi ese arte europeo. Ya conocía "Batman", "Superman", todo lo que son los superhéroes americanos, pero realmente me encantó cuando vi aquello. Y es hasta el día de hoy que conservo de aquella época ese "Metal Hurlant", "Valerian: Agente Espaciotemporal", "Blueberry", "Astérix y Obélix" y todo eso. Ahí fue cuando definitivamente me empezó a gustar el cómic, por el arte que tenía. Ahí empezó todo.

- ¿Sus padres o alguno de sus parientes eran gente cercana al mundo del arte?

- Sí, pero nada que ver con el dibujo: él era cantante, él fue tenor del Coro Municipal de Asunción hasta que falleció en 1974.

- ¿Qué estudios formales tiene relacionados con la ilustración y la historieta?

- Nosotros somos de una familia muy humilde. Y cuando falleció mi papá, no había mucha guita en casa... Pero gracias a la ayuda de unos tíos, entré en la Escuela de Bellas Artes; así fue como comencé a estudiar seriamente el dibujo. Tras eso, hice varias especializaciones. Estudié en un instituto de dibujo que se llama Art Studium, acá en Asunción; después en el ISA, Instituto Superior de Arte... o sea, me fui formando y forjando muy bien en la parte del arte.

El tema de la historieta para mí fue cosa de mirar y de copiar algunas cosas, y así fui aprendiendo hasta que empecé a comprar libros acerca de historietas. Tengo, por ejemplo, el de la Escuela Panamericana. Y cuando empecé a viajar a Buenos Aires, Chile o Brasil, ya comencé a comprarme también materiales que me servían para hacer cómics.

En resumen: yo empecé siendo autodidacta. Cuando empecé a laburar y ganar un poco de platita, empecé a estudiar porque quería perfeccionarme, no quería quedarme en el molde de dibujante, nomás; y me recibí de ilustrador profesional. Y aunque mucha gente dice que eso no sirve de mucho, ese diploma que recibí -ese papel, como dicen ellos- me sirvió muchísimo, me abrió muchas puertas. Estudié para ser profesor de dibujo, y gracias a eso pude entrar a la Universidad y enseñar ahí. Gracias a eso viajé, conozco muchos países; y gracias a mis dibujos. Por ejemplo, a mí me contrataron en una empresa en Brasil y trabajé ahí seis meses; también trabajé en Argentina tres meses. Fui invitado a la Comic Con de Chile, donde tuve un stand y di una charla. También fui invitado a México porque ilustré un libro de un autor de cuentos fantásticos, “No respiramos: hacemos fantasmas”, de Édgar Omar Avilés. Me conoció en la Comic Con de Chile, vio mi trabajo, le gustó a la editora y me contrataron para que ilustre el libro. Después me invitaron para hacer el lanzamiento y estuve un tiempito por ahí.

- ¿Cuál fue el mágico momento en el que le pagaron por primera vez por dibujar?

- (Risas) Hay una experiencia que tengo. Como aquí no había nada que te permitiera vivir de la ilustración, empecé a trabajar en un diario donde hacía pequeños anuncios de, por ejemplo, farmacias; y ahí aprovechaba y le metía algún dibujito en blanco y negro, haciendo publicidad. Y recuerdo muy bien que el director necesitaba la ilustración de un personaje que había fallecido y del que no tenían ni una buena fotografía; entonces cuando preguntaron quién dibujaba, "Yo...", le dije a mi jefe, e hice la ilustración en el horario de laburo... y me salió tan bien que el director del diario me hizo llamar a su despacho y me preguntó cuánto quería por el dibujo. No tenía puta idea de cuánto le podía cobrar (risas). Era el dibujo de una persona sentada en un sillón y qué sé yo, con algún trabajo de iluminación y todo ese tipo de cosas. "No sé", le respondí, "lo que usted me diga". Increíble, qué hijo de puta: el tipo me pagó la misma cantidad de lo que yo ganaba en un mes por un dibujo (risas). Increíble fue. Yo ganaba poquísimo, menos del sueldo mínimo... pero esto fue un sueldo aparte.

- ¿Qué es lo que más disfruta de dibujar?

- En estos momentos, el cómic es lo que más me gusta dibujar. Me gusta mucho dibujar las figuras, los rostros, las expresiones. Estoy aprendiendo muchísimo con esto que estoy haciendo de "Dago": "Dago" me exige mucho. Es increíble cuánto mejoré en este cuarto libro que estoy haciendo. Siento que mejoré muchísimo de aquella primera vez. Me exige y yo mismo me exijo, porque quiero que los dibujos salgan buenos.

- ¿Nos cuenta acerca de cómo empezó a colaborar con Robin Wood?

- Yo a Robin ya lo conocía, me lo habían presentado en un par de ocasiones, pero era muy difícil hablar con él. El tipo es un hombre muy ocupado. Hicimos un par de muestras con los amigos del cómic de Asunción con los que ya habíamos publicado unas cuantas revistas underground; gente como Roberto Goiriz, Juan Moreno, Carlos Argüello... Me codeé un poco con ellos. "El nuevo", me decían a mí cuando entré, porque ellos tienen un poco más edad que yo (risas). Y entonces, en esas muestras donde se lo invitaba a él, fui más o menos conociéndolo y empezamos a relacionarnos. El día que él me habló así en serio, yo no pude creerlo. Había una muestra de cómics en Encarnación -donde él está viviendo actualmente- y yo tenía que exponer en cuarenta minutos algo acerca de la ilustración ante un auditorio de alrededor de doscientas personas; y te juro que casi me caigo de espaldas cuando veo que Robin entra en la sala. Yo paré la charla y dije: "Señores, acaba de entrar Robin Wood"... y lo aplaudieron todos. Entonces él se paró, se acercó, me pidió el micrófono y entonces dijo: "Este señor es un excelente dibujante... y no tendría que estar acá". Algo así, dijo. Daba a entender que yo tendría que estar trabajando ya para afuera. Y cuando estaba devolviéndome el micrófono, me dijo medio en voz baja: "Quiero hablar contigo después". "Dale, ok, no hay problema", le respondí. Todo nervioso terminé la charla y salí del auditorio. Él estaba firmando en un stand autógrafos, libros, todo; me le acerco y le digo: "Robin, yo ya estoy libre". Entonces me invita a tomar un café en la cantina, en un barcito que hay ahí, y me dice: "Quiero que dibujes 'Dago' para mí". Y, te juro, literalmente le dije: "Vos estás loco. No puedo. No soy capaz". "Sí sos", me respondió, "Ya he visto tu trabajo, compré la revista que sacaste con Juan Moreno". Y me dijo que yo era el indicado, que siempre quiso trabajar con un dibujante paraguayo y que lo había encontrado; que era yo. Me pidió que le hiciera cuatro páginas de prueba para mandar a Italia y ver qué pasa. Todo cagado, me voy a mi casa, le cuento a mi mujer, no lo podía creer, estaba en una nube... y empiezo a hacer las cuatro páginas de un guión que él me dio. Dibujé todo, se lo pasé, y esperé una semana y no me dijo nada. Recién a la semana siguiente me invita a su casa. Cuando llego, me dice: "Ya está. Empezás en Italia la próxima semana". Te juro que no lo podía creer. Así empezó el tema con Robin, y ahora somos muy buenos amigos.

- ¿Qué puede contarnos acerca de su experiencia haciendo “Dago”?

- De más está decir que yo ya conocía el trabajo de (Alberto) Salinas y de (Carlos) Gómez... maestros pero maestros en serio. Yo no les llego ni al dedo gordo del pie. Pero cuando Robin me dijo con tanta seguridad que tenía que hacerlo, asumí la responsabilidad y aquí estoy, trabajando para Italia haciendo "Dago". Y sé que hay como cuatro o cinco artistas más haciéndolo, porque es muy leído allá, entonces hay que hacer una producción bastante grande cada mes.

Todo fue muy sorpresivo, todo fue muy genial. Y ya pasaron tres años. Entre los guionistas está (Manuel) Morini, y la verdad es que yo no tengo mucho contacto con ellos porque me llega el guión directamente desde la editorial Aurea, y aunque un par de veces me corrigieron algunas cosas, gracias a Dios les gusta mi trabajo y lo aceptan tal y como lo envío. Es más, ahora que ya tengo más confianza con ellos, hasta me piden que les haga ilustraciones de tapas: estoy enviando dos o tres por mes para las distintas revistas que tiene la editorial.

- ¿A qué generación de la historieta paraguaya pertenece usted y cuáles considera que son sus aportes para su crecimiento?

- Yo vendría a pertenecer a la tercera generación. La primera es la de los años 50 o 60, cuando hubo algún intento de hacer historietas acá. La segunda sería la de los 80, y con la gente de esta época es con la que comencé a entrar en la etapa final, por decirlo así. En los 90 ya estaba haciendo revistas como "El Raudal" - Roberto (Goiriz) ya te habrá comentado acerca de esto-.

Recién en estos momentos puedo decir que veo que sí hay un aporte de mi parte, porque la gente de nuestro medio ya me considera un historietista formado: hablo de los guionistas, los dibujantes, los ilustradores y las editoriales. Así que considero que lo que estoy haciendo actualmente ya es una colaboración con la historieta paraguaya. Y estoy enseñando: tengo un instituto en el que estoy enseñando a hacer cómics.

- ¿Desde cuándo funciona el Instituto de Dibujo que lleva su nombre y cuál es su alcance curricular?

- El 'Instituto Kike Olmedo Arte & Diseño, ya lleva siete años... y aunque no lo creas, el Ministerio de Educación no termina el papeleo para darme las autorizaciones plenas. Así que entrego diplomas, certificados, pero todavía no títulos profesionales, porque los trámites son muy largos y costosos.

- ¿Qué es lo que más disfruta de su labor docente?

- Que me gusta mucho enseñar. Yo enseño en la Universidad Columbia de Asunción, estoy en la parte de Imagen y Diseño. Doy ilustración a la gente de Diseño Gráfico: ilustración publicitaria, cómo hacer storyboards, cómo presentar bocetos bien terminados, etcétera... Enseño Lenguaje Visual para el segundo y cuarto curso.

- ¿Cuál es el grado de interés del pueblo paraguayo -generalizando, claro- por la historieta?

- Gracias a los aportes de Roberto (Goiriz) y de Robin, que hicieron cosas como "1811", el cómic de nuestra Independencia, la gente empezó a tener más interés. Se vendieron muchísimos ejemplares cuando el diario ABC lo publicó acá en fascículos, y tuvo mucha pero mucha aceptación. Luego vino "Pólvora y polvo", que es sobre la Guerra del Chaco, y hubo historietas acerca de la Guerra de la Triple Alianza. Yo creo que al paraguayo promedio le gustaron mucho los cómics históricos que hicimos, los basados en nuestras guerras, en nuestra historia desde la Independencia hasta la Guerra del Chaco. Y ahora se están haciendo otras historietas sociales que están muy bien. También hay una revista que se llama "El Bachenauta", y ahí hacemos nuestros aportes en ciencia ficción y otros géneros nos gustan.

- ¿Qué relación encuentra usted entre historieta y política?

- En realidad yo soy muy apolítico... Hice un par de historietas en contra de lo que fue la dictadura, pero no así historieta política-política. Hice cómics en contra de los abusos de la autoridad, pero no de política en sí... Yo tuve experiencias muy feas con la policía durante la dictadura: me encerraron durante setenta y dos horas, y gracias a que mi vieja pudo rescatarme, no pasó a mayores. Pero en la época de la dictadura era muy jodido todo, andar por la calle. Sabelo.

- ¿Nos da algunos nombres de artistas que considera sus referentes o que, sencillamente, admira?

- Tengo unos cuantos dibujantes que me gustan mucho. Para empezar, Moebius, que lo conocí de joven y me gustó mucho su trabajo... Me gusta Juan Giménez, Carlos Gómez, Salinas papá, Villagrán, o sea, los de mi juventud. De los de ahora me gustan Jim Lee, (Joe) Madureira... Y por supuesto (Frank) Frazetta, Richard Corben, Mike Mignola. O sea, hay muchos artistas a los que admiro realmente. Al principio los argentinos, porque son los primeros que llegaron a mis manos gracias a Editorial Columba; después, los ilustradores europeos y todos los demás.

- Háblenos acerca de sus proyectos artísticos, por favor.

- Aparte del cómic de "Dago" que estoy haciendo -y que me consume gran parte del día-, cuando tenga un poco de tiempo quiero empezar a hacer exposiciones de ilustraciones fantásticas. A mí me gusta la fantasía, me gusta mucho la ciencia ficción, y tengo muchísimos dibujos en mis boceteros: tengo unos quince llenos de dibujos de monstruos, de robots, de personajes de "Star Wars", lo que se te ocurra. Y como ahora estoy agarrando un estilo propio, lo quiero exponer. Ese es mi proyecto de medio o largo alcance.

Por el lado de los cómics, tengo un par de ideas e inclusive un par de guiones que quiero desarrollar. Pero tengo que buscar auspiciantes, alguien que banque todo esto porque me va a llevar mucho tiempo entintar y colorear.

Soy inquieto y me gusta lo que hago, soy un apasionado de mi trabajo; me gusta muchísimo dibujar y siempre busco nuevos desafíos: ahora estoy haciendo grafittis. No me gusta quedarme “ahí nomás”. Soy uno de los pocos acá en nuestro medio que maneja el aerógrafo... Son cosas que ya no se usan, pero que a mí como artista me llenan de placer.

(*) Redactor especializado en cómics.

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