Por Jose Maria Quevedo
Podría compartir una lista interminable de canciones maravillosas que en estos tiempos no se podrían escribir. Porque como en las dictaduras, ahora también hay comisarios del arte y el pensamiento que dicen que se puede y que no, decir y pensar.
Los opresores de ayer lo hacían en nombre de una ideología, ciertos valores, costumbres…Lo llamativo es que los opresores de hoy apelan al mismo argumento. Los extremos se parecen.
Y esta movida rectora llega al ridículo cuando quita placas, derriba monumentos (al mejor estilo talibán) o retira estatuas en nombre de la verdad histórica, como si los asesinos, dictadores u hombres de cuestionable conducta no fuesen parte de la historia.
Qué pasaría si nos pusieramos rigurosos en este tema? Deberíamos quemar la mitad de la literatura universal, incinerar pinturas, destruir películas…Los aztecas arrancaban el corazón de sus vencidos para satisfacer a los dioses así que x favor vayan y demuelan sus ciudades.
Las placas, los monumentos, los escritos, no son solo homenajes; son síntesis y testimonio de épocas y momentos de la historia humana que hay que mantener para no ser un talibán.
