
Por José Maria Quevedo
Me gusta analizar los fenómenos políticos y sociales en clave regional. Pasa lo mismo todo el tiempo en todas partes. Y Paraguay no es la excepción, Payo, Hernández (Colombia), Castillo (Perú) Parisi (Chile), Milei (Argentina) y Bolsonaro (Brasil) se parecen. Y mucho.
Construyen desde el hartazgo, contra el sistema y contra la política. Se comunican de manera directa con sus seguidores a través de las redes sociales. Lo hacen con un lenguaje diferente, muchas veces violento, que interpela y motiva a sus simpatizantes.
Cuando el “sistema” los ataca, se fortalecen. “No tienen seguidores, tienen fans” me dijo un importante consultor paraguayo al que respeto y escucho siempre con mucha atención. Tiene razón.
Son celebritys, influencers, estrellas de TikTok… y políticos. Sus fans son fieles y confían en sus palabras ciegamente. Mantienen hacia ellos una lealtad genuina, inquebrantable y peligrosa.
Nunca las sociedades se parecieron tanto, por más que muchos se nieguen a aceptarlo e insistan en presentar siempre al Paraguay como “un caso excepcional” o como orgullosamente les gusta decir: “el cementerio de las teorías”.
Excusa perfecta para evitar el esfuerzo que demanda analizar tiempos tan complejos e interesantes como los que atravesamos. Y nos atraviesan.