Nacionales
Un caso que nos interpela como sociedad

¿Por qué a nadie le importa dónde está Lichita?

Anahí, hermana de Lichita.

Por José Maria Quevedo

Una adolescente de 14 años está desaparecida hace ocho meses y a nadie le importa. Pedir por su aparición es casi un crimen y cuando alguien lo hace es acusado inmediatamente de ser cómplice del EPP y no preocuparse por la vida de las personas que fueron capturados por el grupo armado. Como si la aparición con vida de Lichita y el rescate o liberación de los secuestrados fuesen incompatibles.

Si Lichita no fuese la hija de Carmen Villalba y Oviedo Britez hubiese sido tapa de todos los diarios y objeto de búsqueda incesante de por parte de la Fiscalía, la Policía y todos los organismos que tiene competencia en un asunto así. Pero Lichita es hija de “terrorista” y entonces su vida y su suerte ya no importan. Porque en la lógica dominante el hijo de un criminal es tan criminal como sus padres aunque jamás haya cometido delito alguno.

La FTC estuvo a punto de matarla dos veces; primero el 2 de setiembre de 2020 durante el operativo donde el ejercito mató a sus primas de 11 años; María Carmen Villalba y Lilian Mariana Villalba, caso que aún sigue sin esclarecerse.

En esa oportunidad recibió un disparo en una pierna.

La segunda, el 22 de noviembre de 2021 cuando la Fuerza de Tarea emboscó a la columna que lideraban Lucio Silva, Esteban Marín López y Rodrigo Argüello (los tres muertos) y que según la información compartida por su familia tenía por objetivo escoltarlas hasta la frontera argentina.

En esta oportunidad una bala la alcanzó de refilón en la cabeza pero logró evitar la muerte al escapar a tiempo de la patrulla de la FTC junto con su tía Laura, su hermana melliza Anahí y su prima Tania.

El Coronel Luis Apesteguía le dijo a NOVA que Lichita no cuenta con orden de captura y no es considera miembro activo del EPP. Sin embargo, la FTC actuó como si lo fuera disparándole a matar dos veces porque al parecer para las fuerzas de seguridad no hay mejor Villalba que el Villalba muerto, tenga la edad que tenga y haya cometido algún crimen o no. Esto producto de la falsa idea que reduce el EPP a un “clan familiar” como si del grupo nunca hubiesen sido miembros los Silva, los Martínez, los Marín, los Ramos, los Meza, los Bernal Maíz y otros tantos.

En Paraguay no existe ninguna campaña que promueva su búsqueda. Si bien la Codehupy logró que un juez ordenara su búsqueda, el resto de las organizaciones permanece en silencio. La desaparición de esta nena de 14 años que paga por los pecados de sus padres es un caso que nos interpela como sociedad, como periodistas y como seres humanos. Ni que decir el asesinato de Maria Carmen y Liliana Maria, aún impune.

El caso de las niñas asesinadas debe ser investigado y esclarecido. Lichita debe aparecer con vida. Las familias Denis, Urbieta y Morinigo merecen saber qué pasó con sus seres queridos. Y todos nosotros debemos evitar caer en la trampa de tomar partido cuando de civiles y DDHH se trata.

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