El último 20 de diciembre, Lilian Samaniego y Horacio Cartes se reunieron en la sede de Honor Colorado para acercar posiciones. Allí, la presidenta de la ANR le habría planteado al Cartes que se alejara de Calé si quería contar con su apoyo en las próximas internas, y de ganar, el de aquellos que resultaran perdedores, en la general.
Samaniego, como titular del partido, habría sido vocera de los principales líderes de la oposición: Luis Castiglioni y Javier Zacarías Irún, quienes preocupados por la influencia de Calé sobre Cartes habrían condicionado su apoyo al exitoso empresario en caso de ganar la interna.
“Horacio, vas a tener que elegir entre una persona que divide y ofende y entre quienes tenemos un liderazgo claro y un fuerte caudal de votos” podrían haber sido las palabras que Samaniego utilizó para obligar a Cartes a desplazar a Galaverna de su círculo áulico.
La bronca de Calé con Juan Afara, vendría porque el gobernador de Itapúa entendió que el protagonismo excesivo de Galaverna no haría más que perjudicar al partido e impedir la unidad tan necesaria para ganar las generales en 2013.
Evidentemente, Cartes optó por mantener el apoyo de los gobernadores colorados (según sus propias palabras los verdaderos artífices de su candidatura) y el de los Samaniego y las 19 seccionales que controlan en Asunción.
Calé, héroe de la Convención que le permitió a Cartes candidatearse a la presidencia y uno de los arquitectos en la construcción del Honor Colorado, observa hoy impávido como “sus amigos” lo marginan ahora que ya no es necesario confrontar y la palabra conciliación es la que esta de moda.
Sin embargo, nadie está en condiciones de asegurar que el hombre de Ipacaraí se resigne a perder “así no más” su influyente lugar. Su gran capacidad de maniobra y profundo conocimiento de “los secretos del poder” pueden ser esta vez “el as en al manga” que muchos creen siempre tiene guardado.
