Opinión
Panorama Político Nacional

Un malestar social que trasciende al actual Gobierno y no se resuelve con cambios en el Gabinete

Marito es incapaz de entender las verdaderas razones de la protesta. (Dibujo: NOVA)

Por José Maria Quevedo

Las movilizaciones ciudadanas que hoy cumplen su octavo día consecutivo, son producto de un malestar social que trasciende al actual Gobierno, que los manifestantes atribuyen a la ANR (Después del “Fuera Marito” y “Que se vayan todos” es “ANR nunca más” el cántico más coreado) y que no se resuelve con cambios en el Gabinete o acuerdos políticos que posterguen el juicio político, sino con reformas profundas que este gobierno parece incapaz de llevar adelante por no tener la capacidad, pero sobre todo por carecer de legitimidad.

La falta de Atracurio y Midazolam generaron las dramáticas escenas que provocaron la indignación general y la crisis. Pero este hecho puntal fue solo el detonante de una situación de hartazgo que permanecía latente y que solo necesitaba de una eventualidad como esta para estallar.

Por eso, creer que las protestas empezaron de forma legitima por la falta de insumos pero que se sostienen “gracias a la oposición y la izquierda” es no entender el problema.

Lo que la oposición y la izquierda hacen es sumarse a un reclamo colectivo para diferenciarse de los actores cuestionados y tratar de capitalizar políticamente la crisis como lo haría la ANR si estuviese del otro lado. Pero esto no invalida la protesta ni la reduce a una cuestión meramente política. El malestar está ahí y no se irá quitando los ministros con mala imagen para poner a otros que generen menos rechazo.

Y una dato curioso que resume lo equivocada que es la lectura que el gobierno hace de la crisis; Abdo cambió a Petta y Villamayor cuando nadie se lo pedía. ¿De qué le puede servir a una ciudadania que exige la renuncia de Abdo, su vice, el presidente del Congreso y el titular de la Corte que se vayan el jefe de Gabinete y el ministro de Educación? El momento de quitar a Petta y Villamayor era otro, no este.

Un gobierno sin identidad, credibilidad y ni legitimidad

Con las crisis, Abdo ha ido perdiendo a los hombres con los que pensaba gobernar, hecho que ha terminado por afectar, seriamente la identidad del Gobierno. Nada tiene que ver ese Gabinete que tenía a Villamayor como ministro del Interior, Benigno López en Hacienda, Petta en Educación, Castiglioni en Relaciones Exteriores y Julio Ullón como jefe de ministros con este que tiene en esos mismos cargos a Arnaldo Giuzzio, Oscar Llamozas, Juan Manuel Brunetti, Euclides Acevedo y Hernán Huttemann.

Con cada crisis, el gobierno a prometido cambios, cambios que no se dieron y afectaron definitivamente su credibilidad. Para la ciudadania movilizada y la ciudadania en general, a esta altura cualquier tipo de promesa que se haga desde el Ejecutivo será “más de los mismo”, es decir; inacción, dudas, dependencia de HC, corrupción y conservadurismo extremo.

Los acuerdos de supervivencia, la corrupción y la pésima gestión han afectado además la legitimidad de un gobierno sin carácter ni margen de maniobra.

En resumen; la crisis llegó para quedarse y, salvo que se produzca un hecho extraordinario (conseguir la cantidad suficiente de vacunas para inmunizar a toda la población, por ejemplo) el desafío de Mario Abdo (en caso de evitar el juicio político) será gobernar en medio de una crisis permanente.

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