Por José Maria Quevedo
No hay que olvidarse que fue China la que infectó al mundo y generó una crisis sanitaria sin precedentes a nivel mundial. Ya sea por sus costumbres alimentarias (poco probable) o por sus experimentos biológicos (muy probable) es ese país el que nos obligó a confinarnos, cambiar de repente la vida que teníamos y vivir esta experiencia única, inesperada, dolorosa e insoportable.
Si fue un error, si no fue intencional, es una anécdota. El lugar de origen no se discute. China es responsable de que el virus nos este matando. Arruinando. Enloqueciendo. Que ahora pretenda ofrecer vacunas para protegernos de la pandemia que generó no es solo una infamia, es una afrenta a nuestra capacidad de discernir.
Que lo haga China, ya es una tomadura de pelo. Pero que tenga aliados en los países que más sufren las consecuencias de la infección que propagó, es inaceptable. China no solo debería ofrecer vacunas gratis y efectivas a todo el mundo, tendría que hacerse responsable de la ruina económica de todos los afectados.
No se trata de ideología o sistemas de asignación de recursos, se trata de responsabilidad. No puede un país que infectó al mundo negociar la venta de vacunas contra el virus que generó.
