Catarata de tuits, test "exprés" y devolución de viáticos: la desesperación de Bajac por seguir en el Congreso
Por José Maria Quevedo
La pastora liberal parece no querer entender que la ciudadania ya dictó sentencia y que su días como parlamenatria están contados. Los lamentable es que en vez de una salida decorosa (disculpa mediante), Bajac optó por aferrarse al cargo con uñas, dientes y tuits, tratando de convencer a aquellos que ya la juzgaron de que no es “tan culpable” como parece.
— Maria Eugenia Bajac (@Eugenia_Bajac) April 7, 2020
El haber puesto en duda la información compartida por el hoy funcionario más creíble y seguramente con mejor imagen del país, Julio Mazzoleni, no la ayudó para nada y haber elegido el Twitter para hacer sus descargos constituye un error estratégico imperdonable, porque si hay un espacio donde la indignación se manifiesta y propaga más rápido que el Coronavirus, es en las redes sociales.
Sin lugar a dudas, María Eugenia Bajac pertenece al grupo de “desconectados/as” del Congreso. Ese puñado de legisladores que perdieron todo tipo de contacto con la realidad y la gente de a pié que “dicen” representar.
La irresponsabilidad con la que actuó, le dió a gran parte de sus colegas el argumento que hace rato buscaban para echarla. Y esto incluye a su mentor, Enrique Salyn Buzarquis, quien ya había confesado su arrepentimiento cuando al inicio del periodo parlamentario 2020, Bajac le pidió a Dios que protegiera al Congreso, ese mismo Congreso que ella misma expuso al contagio de un virus capaz de infectar y matar a todos aquellos que lo integran.
Si decidiera defenderse ante el pleno, montando un show jurídico-religioso, nos regalaría un final tan perfecto como patético. Lo peor es que concoiéndola, es muy probable que esto suceda.