Opinión
A llorar a la iglesia

Catarata de tuits, test "exprés" y devolución de viáticos: la desesperación de Bajac por seguir en el Congreso

Maria Eugenia Bajac, senadora liberal en proceso de destitución.

Por José Maria Quevedo

La pastora liberal parece no querer entender que la ciudadania ya dictó sentencia y que su días como parlamenatria están contados. Los lamentable es que en vez de una salida decorosa (disculpa mediante), Bajac optó por aferrarse al cargo con uñas, dientes y tuits, tratando de convencer a aquellos que ya la juzgaron de que no es “tan culpable” como parece.

El haber puesto en duda la información compartida por el hoy funcionario más creíble y seguramente con mejor imagen del país, Julio Mazzoleni, no la ayudó para nada y haber elegido el Twitter para hacer sus descargos constituye un error estratégico imperdonable, porque si hay un espacio donde la indignación se manifiesta y propaga más rápido que el Coronavirus, es en las redes sociales.

Sin lugar a dudas, María Eugenia Bajac pertenece al grupo de “desconectados/as” del Congreso. Ese puñado de legisladores que perdieron todo tipo de contacto con la realidad y la gente de a pié que “dicen” representar.

La irresponsabilidad con la que actuó, le dió a gran parte de sus colegas el argumento que hace rato buscaban para echarla. Y esto incluye a su mentor, Enrique Salyn Buzarquis, quien ya había confesado su arrepentimiento cuando al inicio del periodo parlamentario 2020, Bajac le pidió a Dios que protegiera al Congreso, ese mismo Congreso que ella misma expuso al contagio de un virus capaz de infectar y matar a todos aquellos que lo integran.

Si decidiera defenderse ante el pleno, montando un show jurídico-religioso, nos regalaría un final tan perfecto como patético. Lo peor es que concoiéndola, es muy probable que esto suceda.

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