Opinión
Panorama político nacional

El mismo juego, el mismo resultado

Horacio Cartes y Juan Afara festejan la victoria de 2013.

Por José Maria Quevedo

“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

Albert Einstein

Cada cinco años la historia se repite en Paraguay; la oposición intenta unirse para enfrentar con éxito a los colorados. La unidad se estructura “desde arriba” dejando totalmente al margen del debate a una ciudadania que, mientras líderes y aspirantes a la presidencia discuten, se pelean, se amigan y participan de programas políticos que no mira nadie, termina por perder del todo el escaso interés que “la política de declaraciones” le genera.

Cuando llegan las elecciones, la oposición confía en que, por arte de magia, la mayoría de los paraguayos acuda en masa a votar contra los colorados, culpables de todos los males del país. Pero… ¡oh sorpresa! los colorados ganan otra vez.

Generalmente la oposición tiene todo para ganar, pero hace lo imposible por perder ¡y pierde!. El mejor ejemplo son las municipales de Asunción. El “caso Nakayama” lo hemos analizando de arriba abajo, antes y después de las elecciones en esta misma columna así que no vale la pena volver a entrar en detalles.

Lo increíble es que la oposición no aprenda y una y otra vez repita el mismo esquema que la lleva al fracaso electoral. Voy e enumerar y analizar cuatro errores habituales que todos los movimientos que integran el arco opositor cometen previo a cada elección

1-Buscar el voto colorado

Si hay un partido en el mundo que mantiene la fidelidad de sus votantes ese es el Partido Colorado. Su mística, su disciplina y su voluntad de poder más allá de las diferencias internas es innegable. Tratar de convencer a un colorado de votar un candidato no colorado es perder el tiempo completamente. Y más si se tiene en cuenta que existe un 35%-40% de electores que esperan por una propuesta atractiva que los motive a participar de la elección.

2-Estructurar las alianzas “desde arriba” sin escuchar a "los de abajo"

Otro grave error es dedicarle el 80% del tiempo de la campaña a los acuerdos entre líderes y referentes. En vez de trabajar CON Y PARA LA CIUDADANIA, candidatos y “asesores” pasan los días conjeturando, analizando y debatiendo entre ellos, sobre ellos y su rival en vez de atender y entender las demandas concretas del electorado.

3-Apostar por “la política de declaraciones”

Mientras la reclama acciones concretas que den respuesta a sus demandas, la mayoría opta por lo que la periodista argentina Norma Morandini denomina muy acertadamente “política de declaraciones”. Los candidatos se pasan la mitad del día discutiendo por twitter o cruzando acusaciones en los medios que solo le importan a ellos y sirven para que diarios, radios y canales llenen su grilla. El impacto electoral de sus comentarios no solo suele ser nulo sino que muchas veces es negativo.

4-Ceder la iniciativa y culpar a los medios por la falta de espacio

Sin acciones no hay iniciativa. Y sin iniciativa no hay atención. Un allegado a la campaña de Nakayama me comentó en su momento que su jefe de prensa se quejaba que los medios no le daban espacio a su candidato. Y entonces le pregunte qué hacía ese jefe de prensa para generar la atención de los medios. Sacar a su candidato de la comodidad y el confort que ofrece la “política de declaraciones” es el gran desafío de un buen jefe de prensa. Su trabajo es, precisamente, ser creativo para generar contenidos que merezcan cobertura y provoquen el interés del público y las audiencias.

Si la oposición no deja de lado el debate estéril, la política de declaraciones y empieza a estructurar un espacio político integrador que identifique las demandas del ciudadano común y genere entusiasmo y motivación, el resultado está (una vez más) cantado.

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