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Tiene 9 años

La historia de Nicolás Ramírez, un niño prodigio de Colombia

Desde una edad temprana, Nicolás Ramírez mostró destellos de genialidad.
A los cinco años, comenzó a entrenar diligentemente, dedicando cinco horas semanales al ajedrez, acumulando títulos en torneos locales y nacionales.
Con tan solo ocho años, Nicolás viajó a Estados Unidos con sus padres, participando en 27 torneos y ganando cuatro de ellos.

Desde una edad temprana, Nicolás Ramírez mostró destellos de genialidad. A los cinco meses, ya pronunciaba palabras y manifestaba una rápida comprensión del mundo que lo rodeaba.

Con el apoyo de su padre, desde su primer año de vida, Nicolás comenzó a explorar las bibliotecas, convirtiéndose en un ávido lector capaz de devorar hasta siete libros por semana.

A los cuatro años, su padre lo introdujo en los juegos de mesa y el ajedrez. Pronto, en la biblioteca departamental, Nicolás desafiaba a adultos en partidas de ajedrez, ganándose el apodo de "el niño genio".

A los cinco años, comenzó a entrenar diligentemente, dedicando cinco horas semanales al ajedrez, acumulando títulos en torneos locales y nacionales.

Con tan solo ocho años, Nicolás viajó a Estados Unidos con sus padres, participando en 27 torneos y ganando cuatro de ellos, lo que le valió un homenaje por parte del alcalde de Miami y una proclamación de la ciudad. A los nueve años, repitió la hazaña durante un viaje a España, participando en siete torneos.

Actualmente, a sus 9 años, Nicolás sigue entrenando arduamente, dedicando 10 horas semanales al ajedrez. Además de su pasión por este deporte, disfruta de la música clásica, resuelve el cubo Rubik en segundos, y comparte momentos de juego y lectura con sus padres.

Con 19 títulos de campeón nacional de ajedrez en Colombia, Nicolás aspira a convertirse en campeón mundial por Latinoamérica. Sueña con seguir los pasos de grandes periodistas y también tiene talento musical, disfrutando de actividades tan variadas como tocar el piano, jugar videojuegos y practicar deportes.

Sin embargo, a pesar de sus logros y habilidades, Nicolás conserva la inocencia y el deseo de ser un niño para siempre. Anima a todos los niños del mundo a perseguir sus sueños, creer en sí mismos y encontrar la felicidad en cada momento.

Con una sonrisa en el rostro, Nicolás Ramírez nos recuerda la importancia de mantener viva la niñez en el corazón, incluso en el camino hacia la grandeza.

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