Cultura
Ajedrez en la Escalinata Antequera

La magia en blanco y negro de los hermanos Cáceres

Arturo y Fernando reciben los premios por ganar el desafío.
Saludo entre Juan Ibáñez y Arturo Cardozo.
Arturo en acción.
Partida vibrante.
Fernando piensa.

Por Luis Agüero Wagner especial para NOVA

Derlis Cáceres está orgulloso de sus hijos Arturo y Fernando, y le sobran los motivos; alumnos brillantes y abanderados en su escuela, son un ejemplo más de los beneficios del ajedrez para la mente humana.

Derlis aprendió a jugar a los 30 años, y un día de vacaciones decidió inculcar la afición por el deporte ciencia a sus hijos, que entonces contaban cuatro y seis años.

Lo que empezó como un paliativo para el aburrimiento de un padre y sus dos niños, pronto se convirtió en una pasión cautivante.

Reconoce con sana envidia que los discípulos superan muy pronto al maestro, corroborando la ventaja de cultivar el ajedrez a la edad más temprana posible.
Hoy puede jactarse de tener dos hijos campeones absolutos en sus respectivas categorías, de doce y catorce años, capaces de hacer morder el polvo a cualquier experimentado maestro del juego.

También son aventajados en el aprendizaje y consideran el estudio, sobre todo de matemáticas, como un verdadero placer.

Los campeones

Hablar con ellos es una sensación fuera de lo común. La impresión es conversar con dos adultos de gran madurez y aplomo que lucen como niños.

El menor de los hermanos Cáceres, Arturo, considera que no hay diferencia entre un juego al aire libre o en lugares cerrados, considerando que lo que cuenta es concentrarse en las piezas que están sobre el tablero.

De cualquier manera, es consciente que practicar el ajedrez en espacios públicos puede motivar a la gente y promover el crecimiento de la popularidad del ajedrez.

En contrapartida Fernando, dos años mayor, declaró que es notoria la diferencia de hacerlo en espacios públicos, le parece una práctica más relajada y favorable a la promoción de las relaciones públicas.

Con madurez impropia de un adolescente de catorce años, pudo discernir entre los beneficios del ajedrez una mejor concentración y mayor capacidad de atención a medida que fue desarrollando su talento. También asegura que la práctica ha mejorado su memoria y contribuido a su éxito en los estudios.

Por ilustración, también está enterado de los beneficios para los adultos que se encuentran en el otro extremo de la vida, pues el juego es beneficioso para prevenir el mal de Alzheimer.

El desafío y la satisfacción de lo incomparable

Todavía no caía la tarde del todo cuando ambos adolescentes concluyeron las diez partidas pactadas con el fogueado campeón Juan Ibañez, recibieron sus premios obsequiados por la firma "Paraguayita Mía" y se marcharon con la naturalidad de llevar algo que ya les pertenecía de antemano.

La maravillada concurrencia no podía ocultar su admiración ante la exhibición de dos adolescentes dotados de tal señorío.

Mientras yo bajaba los escalones de la histórica y bella escalinata Antequera, supervisada desde lo alto por la Diosa griega de la victoria, volví a sentirme embargado por esa breve y pero intensa alegría, que los apasionados del ajedrez tenemos el privilegio de disfrutar gracias a un tablero y sus piezas blancas y negras.

(Fotos y entrevista en video de José Maria Quevedo)

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